Cuatro rostros mellizos disimulan
calcular mi valía con una sonrisa en sus ojos marchitos.
Cuatro rostros violáceos ocultan hábitos, sueños, deseos y frustraciones tras
heridas abiertas.
Cuatro rostros cadavéricos exudan ambición insana desde pómulos postrados.
Cuatro rostros de animales inhalan un vaho inmortal con semblante acogedor.
El blindaje en las raíces se desfigura y cae, en intenso dolor, para dar espacio a amaneceres de colores nunca antes vistos. Un nuevo inicio luego de investir a esta envejecida anatomía con un yelmo que madura con el paso de las lunas.
Mis sentidos se embriagan con las imágenes de un perfil ya ajeno, atormentado por los relatos que nunca serán contados y consciente de que cambiar las velas no es sinónimo de ver las cosas desde una perspectiva diferente.
Mi ente te confirió valor; pues es ahora él quien te lo arrebata, deseándote suerte en el letargo obtuso de ser otra sombra gris en donde los puntos blancos y negros escasean.
Reprimir excesos + ahogar pulsiones = procesos fútiles bajo la mediocridad de la autocomplacencia.
Se vuelve necesario caer descalzo para entender qué es sentirse caminante.
Cráneo y vísceras, al fin armonizan.


