Desde la Arena

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Ojos tras un muro de color esmeralda me desnudan lentamente mientras me pierdo en el giro de gentiles estrellas que juegan en curva espiral durante el viaje de su encuentro más cercano. El resto de los astros no son más que críticos espectadores de tan agraciado espectáculo.

El sol lentamente rasga el velo nocturno y descubre el dibujo de trémulas olas de corriente sincronizada. La arena se mezcla entre mis dedos y descubro la soledad donde encontré una sombra que aparenta ser mi propio rostro. Es aquí donde nacen las palabras: “¿Para qué vivir si realmente no me siento vivo?” No está de más preguntar: “¿Realmente estoy tratando de vivir?”

Tal vez sea un ángulo obtuso... Los ojos aún me ven, las luces caen y me dejo abrazar por ellas.