Manos Abiertas

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En un acto pronunciado a fuerza de choques constantes, se describen sombras a nivel de un suelo oscuro. Cada una refleja risas indescriptibles, pero cada vez más familiares, tan propias y tan lejanas que me instan a la búsqueda de aquellas manos llenas de mi propia sangre.

A diferencia de un pasado tortuoso de gritos inaudibles, la opción es cerrar los ojos para divisar un resplandor diferente: manos nuevas y eternas.

Es un gesto disímil que opta por ofrecer vida en vez de torturarse por ella. Una flor distinta, de aroma fértil, en aquel desierto de oscuros crepúsculos.