Réplica Evidente

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En un camino sin rumbo, perdido en fantasías y estimulado por el ruido ajeno, el carruaje grisáceo que yo mismo he decorado cruza, de manera desbocada, delante de mis luces alienadas del mundo tangible. Silbidos en mis oídos reflejan al viento opositor que atrae las lágrimas que con tantas ansias he esperado, para regocijarme en su velo y buscar mi sombra indefinida.

Una flor de blancos pétalos se cruza en mi sendero para dilucidar conflictos. Demuestra, por sí misma, que hasta la más simple porción de la creación perfecta se aferra, en su fragilidad, a la vida: abre el ventanal y permite la entrada de la luz de lo evidente.

Poseer ojos ciegos a la belleza del don preciado de lo simple y natural convierte en un iluso la búsqueda de la comprensión de la complejidad del hombre.


Reflejo en Sombra

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Con la mirada perdida en ese punto fijo, el peso sobre los hombros se hace cada vez mayor. Las rodillas apenas se sostienen a causa de responsabilidades no solicitadas, mientras el sabor ácido escudriña, a plena voluntad, entre vísceras contraídas.

Sobre el cristal se dibuja un rostro demacrado que no pide explicaciones al paso cansino de las eventualidades. Solo se mantiene inerte, aparentando estar a la espera de que las voces de la razón y lo abstracto logren, de común acuerdo, encontrar un punto equidistante.

Frente a la propia mirada despectiva, el avanzar pierde sentido. El compromiso espiritual no se cumple, y no se es más que un contenedor con forma humana.