Brazos de madera se alzan a través del cristal en el momento en que no hay más compañía que el suave sonido de aquel desafinado piano. Detrás de esa apacible imagen, bajo la luz grisácea, se proclama la libido animal, se concretan los deseos incandescentes y revolotean las fantasías más siniestras. La esclavitud bajo el yugo del mundo sensible se ve sustentada por la incondicional adicción al placer. Se articula así la caída libre hacia el mundo donde, sobre camas de espinas, te alimentas de carbón y respiras ceniza.
Insectos baten sus alas sobre resecos cabellos, la tierra se mueve en baile errático, las manos se destrozan en cortes sagitales para reafirmar el gobierno de sí mismo por sobre un demonio abstracto... No hay clara diferencia entre el uno y el otro.



2 comentarios:
Qué quieres que te diga... somos jóvenes... llevamos el fuego en la sangre... Claro que hay que tratar de controlarse, sino se meten las patas... y a veces hasta el fondo (y no lo mal pienses).
Duchas frías, respirar profundo, y todas esas cosas, parecen ser la mejor solución provisoria. Inevitablemente se meten las patas de vez en cuando. Te lo digo por experiencia. Y bueno... ni tanta, pero igual. :P
Besos.
Sé feliz.
Y pórtate bien este dieciocho. Si bebes, pasa las llaves. No quiero un Cucho hecho estampilla.
Bno... si hay algo que uno entiende bien es que uno tiene la necesidad de estar acompañado... indudablemente la compañía de un ser al que uno ama es la que más uno quiere... y ese anhelo intenso de por unos segundos fusionar los cuerpos como si fueran uno solo es lo que hace hermoso estar con alguien... quizas para muchos es una fantasía... como lo es para mi... quizas alimentarse de carbón y respirar cenizas es grato en la sublime fantasía de algo oculto y prohibído...
Lia...
PD: pasate un rollo!!!!!!
PD2: no te enojes por la pd 1.. jejejejje
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