Oxígeno

|

De manera franca, estoy a la espera de que esta bestia se mantenga en su prolongado letargo, evitando que el verso gatillante caiga en mis sienes bajo la coraza que ofrece la soledad.

Las condiciones ya se han disipado y la voz de las diferencias se ha hecho presente. A mi haber, ya he probado las más dispares maneras: desde dar génesis a las más inicuas distancias hasta enfocar mi centro en ambiciones personales u otro tipo de prioridades mundanas, sólo con resultados infructuosos. Sin más, recaigo en el mismo estadio de manera inevitable y terriblemente vertiginosa.

Surcando como líquido sanguinolento a través de mis manos desnudas, esta serie de eventos ha dejado una marca infame e indeleble en aquellos diálogos que, con tanta facilidad en algún momento afloraron de nuestros labios, y que se tornaron en un verdadero desafío. No me preguntes desde cuándo; menos me preguntes cómo. Sólo ya no encuentro el instante preciso en donde sincronizar nuestras frecuencias. Ese punto que hasta hace poco era tan evidente se ha vuelto el más esquivo, generando la más disímil de las distancias... la más penetrante... la más dolorosa.

Escudriñando entre mis tripas, en un acto de rebeldía y procurando una demencia que calme este agravio hacia mí mismo, siento que he dejado escapar los hechos de entre mis manos. La última vez que divisé tu rostro en persona me sumí en la más incomprensible de las tristezas, pues el vacío que ha quedado luego de fallar al tomar aquella evasiva iniciativa cobra mayor peso con el correr del tiempo. Me veo incapaz de dar aquel paso decidor, pues la pérdida aún sería demasiado.

Raudo, el poder de lo extraño cae en la tierra para tomar conciencia de que, en mis facultades, no cubro tus expectativas. ¿Te hubieses percatado de la existencia de este individuo en otras circunstancias? Ciertamente, no lo creo, pues si ahora soy la pálida imitación de una pantomima que revolotea en lo incierto, en otras circunstancias no habría sido ni la triste sombra que dibujan los árboles.

Duendes y cuervos se descubren en el universo de aquello que carcome mis huesos y descubre el poder de la sangre. Para mis adentros sólo exijo un espacio para tratar de volver a ser yo mismo, alejándome de esta mente afectiva que sólo termina destruyéndome lentamente. Necesito aquel espacio que me permita volver a respirar a pesar de este vacío punzante que coarta el aliento y que genera en mi reflejo un rostro demacrado, mísero y vulnerable.

Me encuentro muy lejos de ser lo que realmente necesitas... No, en verdad no lo soy... y, a este paso, no vale la pena siquiera soñar serlo. No cuento con cimientos estables para mí mismo y, por ende, es ilusorio pretender ser apoyo para alguien más.

Me veo y comprendo que no quieras estar a mi lado, que te alejes, busques otros brazos y que sutilmente mientas para evitarme la molestia de colisionar con la realidad, chocar conmigo mismo y lograr una progresiva autodestrucción. Te comprendo, te extraño y te quiero, pero no me pidas que no te odie, ni menos que no me odie a mí mismo; que no me odie por atreverme a sentir algo, que no me odie por no tener la capacidad de entregárselo a nadie, que no me odie por el solo hecho de odiarme, pues a esta altura es lo único que me convence de estar vivo.

Es solo cuestión de tiempo antes de volver nuevamente a fallar y arrastrar la cabeza como un perro.

Ya basta de hacerte daño al tener compasión de este pálido cadáver que no desiste en demostrar su incapacidad de amarse, pues el carecer de amor por sí mismo es el más grande de los descuidos.

Existe una delgada línea entre la búsqueda de una nueva dirección y la creación bizarra que cubre este cuadrilátero. Sólo pretendo tener el espacio para hilar nuevas conexiones tras la barrera que nosotros mismos hemos creado.

A esta altura ni siquiera se trata de ti. Eres libre de buscar un alma más capacitada, acorde a tus necesidades. Por mi lado, me declaro incompetente, pues ya es hora de dejar de pretender que puedo alcanzar algo más allá de mis reales capacidades. No soy nada especial, nunca lo he sido y, aparentemente, no lo seré jamás. Si opinas de manera diferente, es debido a que tu espíritu compasivo distorsiona tu manera de ver las cosas. Descuida, por tu bien ya despertarás de ello. Vete, despierta y vuela con alguien que alcance tus alturas. Aquí, en la tierra, no hay espacio para seres alados, sólo para aquellos que están hechos para arrastrarse entre desechos y podredumbre.

El exceso de colores ha hecho que pierda el norte. Una vez más te desvaneces ante mis ojos como cualquier otro producto de mi imaginación. Cumples mis plegarias y nuevamente me abandonas entre estas cuatro paredes acolchadas. Desdibujas tu rostro de los albinos muros a la vez que sopeso la carga en mis brazos del octópodo asfixiante que llevo por prenda. Te has ido, y sólo necesito oxígeno. Pero cuando cantes nuevamente mi nombre, desearé que el tiempo se detenga, pues darte vida y sufrir por ti es lo último que me queda de humano.




Último Segundo

|

Poner nuestra fe en algo que continúa hallándose fuera de esta gélida estancia nos permite creer nuevamente en las bondades de los Campos Elíseos. Tras estos muros de grueso y vetusto adobe, se escuda el anhelo de retornar a las raíces de llanuras incólumes, solo para volver a crecer y esconder la mirada, con la expectativa de que, al bajar las sienes, se detendrá la cuenta regresiva para la llegada del bloque de la “no luz”.

En este primer epílogo, tu semblante sigue siendo fuerte y sereno. Tal vez nos reencontremos cuando el vacío extienda sus brazos para darnos la bienvenida y decidamos orientar nuestras luces hacia las últimas horas del conteo final.

Los sonidos del viento tocan nuestra piel insensible y contemplo cómo la vida se consumió mucho más rápido de lo que alcanzamos a vivirla.

En mis Sueños

|
Anoche soñé contigo una vez más... esta vez sí pude ver tu rostro.
No logré alcanzar tu piel ni tus labios, pero tu sola presencia bastó para que mis piernas tambalearan. Una sensación difícil de explicar con palabras; extraña e incómoda, pero al mismo tiempo la más bella y la más pura.
 
Anoche soñé contigo y te vi entre sábanas blancas. La luz realzaba tu figura solo para hacer que este corazón marchito latiese una vez más, como nunca antes, incansable solo por tu nombre.
No es lo que yo pueda llegar a imaginar... es sólo ver tu rostro.
Aún no comprendo el efecto que tienes en mi (¿o tal vez sea que no quiero entenderlo del todo?). Es ver tu sonrisa... sonrisa por la cual daría cuanto fuera, pues es solo ese gesto tuyo es capaz de hacerme poner la frente en alto y alzarme del piso.
 
Anoche soñé contigo solo para ver mis anhelos; ver en tus ojos el reflejo de los míos; sentir tus caricias y tus pequeñas manos entre las mías; sentir que mi cuerpo no tuviera límites con el tuyo.
Ya quisiera ser el hombre al que están dedicados tus versos.
Ya quisiera ser el foco de tus pensamientos.
Ya quisiera ser quien te haga sentir especial y diferente, como solo tú puedes serlo.
Ya quisiera ser aquel que te haga soñar como yo lo hago ahora.
Ya quisiera que pudiéramos soñar juntos.
 
Anoche soñé contigo con la luz encendida, tal vez a la espera de que fueras tú quien la apagase y te quedaras a mi lado a compartir la noche.
Anoche soñé contigo... y fue la forma de robarle minutos a la creación para estar a tu lado, a pesar de estar físicamente distantes.
Anoche soñé contigo... y fue una noche excelente.
Anoche soñé contigo... y es una lástima que sólo haya sido un sueño.
 

Sendero Sucio

|

Por palpar las alturas sacrificamos nuestra fracción inmortal y construimos una escalera al cielo en base a cráneos y toda clase de osamentas.

Por metas incongruentes nuestra señora de tul lóbrego aparece, solo para ver embellecidos sus rasgos al perfilarse a contraluz bajo rocío carmesí. La carne de los pares retorna a la tierra, mientras sus cenizas brindan paso al levantamiento de un nuevo trono.

El adalid solo acierta su camino en la medida en que despliega sus fortalezas, pero termina erigiendo, en su propio pecado, la condena a su mazmorra.

Inmortalidad en la Pasión

|

Son solo caballos de hierro los que, en abrupto momento, caen en eterna colisión, enfrentados, uno en desdén del otro. Rabiosos e inquietos se encuentran movidos por el motor de una fragua que se disfraza de pasión. Ideas abstractas, poderosas e intangibles, tiñen de rojo el terciopelo a la vez que te protegen desnuda del frío.

En otro extremo de los puntos cardinales, la gran máquina de engranajes oxidados preparada fisiológicamente para bombear lluvia color rubí, funciona a máxima capacidad movida por sueños e ilusiones.

El torbellino del alba en tus cabellos solo precipita la llegada del negro velo que dibuja mi forma, en contra de la luz, pronta a cubrir tu rostro. Negar que bajo la mirada atenta de soles distantes soy el único que logra que los acompañes, es imposible.

Consecuencias de Ti

|

A razón de que a simple vista este ardor es más fuerte que cada uno de nosotros, mis anhelos insatisfechos persiguen un nuevo horizonte: beber cada gota de este elixir agridulce una vez que mis raíces se apeguen a las tuyas. Embriagarme hasta el ahogo de esta grave infusión, en la medida en que sigo necesitando que tu figura no sea producto solo del imaginario.

Bajo esta fútil mascarada se esconde la triste marioneta de un mísero mentiroso que se escuda en la excusa del temor; una suerte de cáncer eterno que nunca descansa de propagarse, que no cesa de consumirte y se alimenta del verte perecer. Soy un intento de sobreviviente bajo la sombra de tus faldas... un accidente de esta libertad en pedazos.

Solo queda extraviarme en las inestables emociones que solo tú logras que existan. A fin de cuentas, al igual que un niño que insiste en jugar con su proyección en un espejo, busco seguir bebiendo

Se Alza el Vuelo

|

Detener la marcha, solo para que cálidos dedos calmen el compás del agitado corazón de esta alma, más soñadora que indecisa. Perdonarse a sí mismo es consagrar la directriz de un sendero con norte seguro, el mismo que está descrito en aquel mapa que, al parecer, he olvidado de forma deliberada; el mismo que no tiene atajos ni pistas rápidas.

El centro desarticulado rueda descontrolado, sin mayor compromiso que el de perderse. Ecos pretéritos interrumpen la niebla para dejar en evidencia los propósitos.

El desierto vuelve a tierra fértil. Las extremidades se consolidan en el cielo blanco donde el cuerpo pierde su forma de manera gentil. El viento golpea bajo alas incineradas que han aprendido nuevamente a alzar el vuelo... a su paso desprenden carbón, pero aún no se cansan de volar.

Que los fragmentos de ceniza caigan, opongan esa escasa resistencia y traten de llegar a mis alturas... pocas veces se me ha visto más seguro.

Fase de Cambios

|

Bajo el amparo de doradas y extendidas alas extravagantes, el cielo se dibuja ínfimo a los pies de carne mortal.

Al fin, con una perspectiva diferente a través de la retina de un alma libre de cadenas, es posible describir el color purpúreo del resplandor que azota los cimientos de granito de la representación en piedra del soldado, quien reconoce a su propio rostro como a un extraño bajo el escudo que se desmorona poco a poco, a pesar de sus brazos subterráneos.

Tras un pálido velo de temor, aunque no se apetezca, las cosas tal cual las conocemos están cambiando.